El arte de ganar...
Mucho se ha escrito sobre Tom Brady y los New England Patriots tras su histórica victoria en el Super Bowl. Definitivamente uno de los mejores que he visto, y los he visto todos desde el Super Bowl V cuando Jim O’Brien anotó la patada que llevó a los Baltimore Colts a imponerse sobre los Dallas Cowboys en otro final de película.
Lo que vimos en el juego de este pasado domingo fue a uno de los mas cotizados virtuosos del arte de ganar pintando una obra maestra. Nos caiga bien o no Tom Brady, hay que concederle que es uno de los grandes maestros modernos en el arte de ganar. Al igual que otros grandes de los últimos tiempos como Michael Jordan y Mariano Rivera, Brady conoce los principios que rigen la disciplina, posee una ética de trabajo envidiable y vive poseído de una pasión que día tras día encuentra expresión en su desempeño.
Este fin de semana vimos una película cuyo libreto no es nuevo. Los Atlanta Falcons, el equipo joven, talentoso, lleno de energía, con una gran hambre de probarse, ávidos de demostrarle al mundo que podían ser los mejores, se tiraron al terreno de juego a probar su valía como la mejor ofensiva de la liga.
Al final de la primera mitad la ventaja era de 18 puntos. A mitad del tercer cuarto la misma se convirtió en una montaña de 25 puntos que aparentaba ser una barrera insalvable para quien careciera de alas. Nunca antes un equipo había podido sobreponerse a una desventaja de más de 10 puntos.
Pero nadie les dijo a los Falcons que, la victoria es alada y en el libreto de la película titulada “Super Bowl LI”, el protagonista no era ninguno de los vestidos con casacas rojas sino el veterano general de 39 años – un anciano para los estándares del NFL – que hasta ese momento en el juego no había podido lograr nada con su equipo. Ese que en el libreto muy bien podía haber sido identificado simplemente como “El Artista”. Nadie les dijo que ese maestro del arte de ganar había desmontado ventajas de 21 puntos en tres ocasiones anteriores durante su carrera.
Fue cuando el marcador estaba ya 28–3 y los jóvenes Falcons comenzaban a cometer errores que le ganaban yardas en penalidades a los Patriots, que le pregunté a mi esposa lo siguiente: ¿Por cuántas carreras hay que estarle ganando a los Yankees de Nueva York para uno sentirse que no pueden venir de atrás? La pregunta era retórica, los Patriots son los Yankees del fútbol americano desde comienzos del siglo 21 y parte de esa mística tiene que ver con el sentimiento de que ninguna ventaja es segura cuando se juega contra ellos. No importa lo que digan las estadísticas previas. Son franquicias que simplemente dominan el arte de ganar. Jamás pensé que mis palabras iban a ser un ómen del trillado libreto del “comeback” imposible.
Poco después, Brady, que no se distingue por correr mucho, hizo una corrida de 15 yardas que le consiguió un importante first down y fue en ese momento cuando entró “El Artista” a escena. Se podía ver en su lenguaje corporal como el quaterback de los Patriots rehusaba darse por vencido. Si tenía él que mover la bola solo lo iba a hacer pero en ese estadio, ese día, el campeón que se iba a coronar era de New England.
De ahí en adelante vimos una magistral pincelada tras otra de alguien con la experiencia, el temple y los conocimientos para llevar a su equipo a la victoria. Un veterano del arte de ganar.
